Cosas que deberíamos saber a la hora de comprar vino.


Seguramente, muchos de nosotros, nos perdemos entre la enorme oferta existente en cualquier establecimiento que comercialice vino, sea especializado o no. Es difícil elegir una marca y este artículo tiene la intención de ofrecer una serie de consejos básicos que hagan de la búsqueda, compra, de un vino una tarea fácil, segura y divertida. Por eso es bueno confiar en profesionales, aunque cuando no hay otra opción…

Teniendo en cuenta que ya sabemos distinguir entre vinos blancos, rosados, tintos, espumosos, dulces y generosos, entre otros, para empezar, y desoyendo voces más instruidas, nos atrevemos a clasificar los vinos en dos grupos: jóvenes y con crianza.

Los vinos tintos jóvenes son aquellos que se embotellan tras la vinificación. No tienen crianza alguna
en barricas  o tinos de roble. Son vinos muy afrutados y colores vivos. Aquí encontramos los tintos de maceración carbónica, elaborados con el racimo completo y los granos intactos que dan como resultado vinos aromáticos, de peculiar textura en boca, por el carbónico residual, frescos, sabrosos, ideales para el “poteo” y para acompañar cualquier alimento y cualquier momento del día. Estos vinos jovenes deben consumirse, salvo excepciones, durante el año de salida al mercado.

Los vinos con crianza, tintos, blancos o rosados, son aquellos que tras la vinificación pasan una temporada, se crían, en barrica, generalmente de roble, y posteriormente reposan tras el embotellado, crianza en botella, antes de la salida al mercado.En este grupo situamos a los vinos crianzas, reservas y grandes reservas. Y últimamente a los robles o semicrianzas. Estos vinos aportarán otra serie de notas y necesitarán de alimentos para entenderlos en plenitud.

Cada denominación sigue unas pautas marcadas por el consejo regulador de turno. Si nos fijamos en Navarra, según el reglamento:

- "Crianza": los vinos tintos con un periodo mínimo de envejecimiento de 24 meses, de los que al menos 9 habrán permanecido en barricas de roble de capacidad máxima de 330 litros. Los vinos blancos con un periodo mínimo de envejecimiento de 18 meses de los que al menos 6 habrán permanecido en barricas de madera de roble de la misma capacidad máxima.

- "Reserva": los vinos tintos con un periodo mínimo de envejecimiento de 36 meses, de los que al menos 12 habrán permanecido en barricas de roble de capacidad máxima de 330 litros. Los vinos blancos y rosados con un periodo mínimo de envejecimiento de 24 meses, de los que al menos 6 habrán permanecido en barricas de madera de roble de la misma capacidad máxima.

- "Gran Reserva": los vinos tintos con un periodo mínimo de envejecimiento de 60 meses, de los que al menos 18 habrán permanecido en barricas de roble de capacidad máxima de 330 litros. Los vinos blancos con un periodo mínimo de envejecimiento de 48 meses de los que al menos 6 habrán permanecido en barricas de madera de roble de la misma capacidad máxima.

- "Vinos rosados y blancos fermentados en barrica": los vinos rosados y blancos donde la fermentación se realiza en barricas de roble de capacidad máxima de 500 litros.

- "Vino Tinto Roble": aquellos vinos que hayan permanecido en barrica de roble de capacidad máxima de 330 litros durante un periodo superior a 90 días.

Podemos incluir otro tipo de vinos y que a muchos confunden. Son los, feamente llamados, genéricos o, también, cosechas. Vinos donde el elaborador no se ha ajustado, por decirlo de alguna manera, al reglamento vigente y ha criado el vino el tiempo que le ha parecido oportuno. Aparece sólo la añada de procedencia y no se especifica, a veces si, el tiempo de permanencia en barrica. Nos parece una tendencia positiva y cada vez más extendida puesto que permite al productor amoldar la elaboración del vino al tipo de producto que desea sacar al mercado.

Así pues, leyendo la información de la etiqueta y de la contra etiqueta obtendremos datos que nos orientarán en la compra. Sin entrar en más detalles.

Los robles y semicrianzas, son vinos muy interesantes pues podremos disfrutar de todas las sensaciones de un vino joven, de los matices aportados por su leve estancia en barrica y por lo atractivo de sus precios. Sobre cuando debemos consumir un vino se podrían escribir libros. En general, un buen vino, de una extraordinaria bodega que conocemos como elabora nos garantiza, y no al cien por cien, que nuestra compra podrá envejecer en buenas condiciones. A esto hay que añadir los factores para una óptima conservación: luz, temperatura, vibración, ausencia de olores extraños y humedad. Los vinos nacen, crecen, se desarrollan y mueren. Cada botella, cada referencia, cada vino tiene su ciclo vital. La prueba, la cata, el consumo en diferentes momentos será la única manera de averiguar, mediante la experiencia, cual fue ese ciclo y si ha terminado o no.

Suponiendo, que no es fácil, que todo lo anterior se cumple, podriamos decir que:

Los vinos tintos jóvenes se pueden consumir durante los dos años siguientes a su cosecha. Como ejemplo actual un tinto 2009 puede consumirse durante el 2010 y el 2011.


Un blanco lo mismo, su cambio de tonalidad del amarillo verdoso a los dorados le delatará. Como anécdota, a los albariños todo el mundo tiene tendencia a consumirlos durante el año, y pocos han comprobado la maravilla de un blanco gallego con más de 5 o 10 años.

Y un rosado del 2009, en cambio, sería mejor hacerlo durante el 2010. Colores rosados como la frambuesa se convierten en rosas como la piel de la cebolla, aunque a veces hay bodegas que gustan de estos colores en la juventud. Como siempre habrá que probarlo. La acidez, la perdida de frescura marcará su decadencia.
Importante, no nos referimos a fechas de caducidad, sino a fechas orientativas en las que un vino mostrará todas sus virtudes. Un vino se puede consumir sin ningún problema para la salud aunque sea “viejo”. Simplemente lo rechazaremos por que su disfrute es inexistente.

Un crianza del 2006, en cualquier tipo de vino, no debería dar síntomas de flaqueza en los próximos cuatro o cinco años, hacia el 2015. Por el contrario, tendría que presentar una evolución positiva ofreciendo matices de madurez. Otra cosa es que cada vez elaboren los vinos más “domados” y eso reduzca su capacidad de envejecimiento, aunque no tendría por que importar.

Los reservas, que son dignos de llamarse así, pueden ofrecernos todo un sinfonía aromática pasados entre 10 y 15 años. Pero de estos, desgraciadamente, nos llegan honrosas excepciones en un mercado donde el consumidor ya no entiende sus matices y donde las prisas invaden hasta el placer del vino.

Y que decir de los grandes reservas cuyos mejores representantes pueden sobrepasar los treinta años, y nos quedamos cortos.

El precio es un punto de referencia importante a la hora de elegir un buen vino y no debemos olvidar, como en todo, que hay precios que incluyen la marca, su exclusividad, cierto snobismo, la historia de la bodega, su prestigio internacional, la presencia en los medios, etc.etc. No hace falta gastarse mucho dinero para beber buen vino pero, importante, a precios muy bajos es más que probable beber vino de escasa calidad. Debemos orientarnos con el criterio de profesionales, de buenos aficionados, de amigos de confianza que conozcan el mundo del vino y evitar que nos den gato por liebre... ...aunque nunca está de más e ir a la aventura siempre y cuando, claro está, fijándonos en lo que pone en la etiqueta y no solo en lo "bonita" que esta sea. Desconfiaremos de precios muy bajos pues todo sabemos lo que cuesta elaborar una botella de vino, más o menos. Esos reservas de 1.50€ nos tienen que poner en alerta, lo mismo que si vemos en una carnicería el solomillo a un precio ridículo. No siempre se cumple, en sensaciones de placer, que el vino más caro sea mejor pero si que lleva acompañado un mayor control de la calidad. Desde la selección de la uva en el viñedo, una elaboración más higiénica, uso de maderas de roble y no sucedáneos, corchos selectos, excepcionales medidas de conservación, almacenamiento y transporte y una cuidada comercialización.

Para ir terminando, es recomendable entrenar los sentidos probando vinos de cualquier parte del mundo. Lógicamente cada uno tenemos nuestro gusto pero no debemos cerrar las puertas a variedades desconocidas, a comarcas vecinas, a bodegas pequeñas, a países lejanos y a cualquier circunstancia que nos enriquezca personalmente y como aficionados al vino.