La Zorra de Salamanca... Un Rufete de la Sierra de Francia.

Tras haberlo tenido en degustación durante todo el Viernes y lo que nos queda de Sábado, vamos a decir que es lo que nos parece este vino.

No obstante, antes de juzgarlo, me parece bien ponernos en antecedentes.

El vino La Zorra es elaborado en la Sierra de Francia (Salamanca, donde seguramente dentro de unos años nacerá la D.O. Sierra de Francia). Bodega pequeña que solo elabora 6500 botellas con la variedad de uva autóctona Rufete (En un 80%) y Tinto Aragonés (Adaptación de la variedad Tempranillo a la zona). Sus viñas se encuentran repartidas en 9 fincas plantadas desde 1925 (la mas anciana) hasta 1980 (la más joven) siendo plantadas la mayoría de ellas entre 1930 y 1950. La variedad del suelo de cada finca es un detalle importante en la elaboración de este vino, desde suelos arenosos a suelos pizarrosos o arenosos. Detalle importante: La Zorra se embotella sin estabilizar, clarificar ni filtrar, detalle que apreciamos cada vez más en los vinos.

La Zorra es uno de esos proyectos que nos enamoran en cuanto lo conocemos (y no es el único que estamos viendo ultimamente). Una pareja que se dedican a construir un vino de su tierra, escapando de las variedades de uva más comerciales, apostando por lo que da la tierra, lo autóctono, el vino de calidad y con personalidad propia.

Pero pasemos a este vino de madera escondida (6 meses de crianza en barricas de roble americano) que irá apareciendo conforme se maneja el vino en la copa, muy sutilmente, con timidez. Un vino granate, limpio, brillante, franco en nariz, un vino sincero, el aroma esplota en nuestras narices, es intenso. Por boca pasa ligero, pero se queda, su sabor se acomoda en nuestro paladar, es goloso, es diferente, distinto, un punto amargo que suponemos irá desapareciendo conforme adquiera edad (Es un 2010).

Sin lugar a dudas un vino original, un vino distinto que suponemos mejorará en botella durante unos meses pero que no nos importa tomar ahora mismo y que hará las delicias de todos aquellos que busquen esa "juvenil fructosidad" en los vinos.

Durante un rato en copa se abre, evoluciona, cambia, su complejidad aumenta... menuda lágrima deja este vino, me llora la copa.

En definitiva, un vino para llevar a casa y sorprender a familiares y amigos.