Si hablo de rosado navarro, los cuatro gatos que bebemos vino rosado
(que no clarete), entenderemos que nos referimos a un vino elaborado con
uva Garnacha… ¡Pues no!… Hoy estamos hablando de Merlot (que en el
oeste de Navarra está dando unos resultados muy buenos).
Algunos consideran que el rosado es un vino de “desecho”, una bebida
de “viejos” (no soy tan mayor)… Nada más lejos de la realidad si
consideramos que el champán es un vino “mal hecho” o los “Tokaji” (unos
vinos dulces muy caros del este de Europa) tienen su origen en descuidos
y eran desechados por las clases más pudientes de hace unos siglos.
Tal vez deberíamos de distinguir entre el clarete y el rosado, puesto
que mientras que el clarete se obtiene de mezclar vinos tintos y
blancos, el rosado se elabora con uvas tintas dejando macerar poco
tiempo el mosto con la piel de las uvas (que son las que dan color al
vino)… pero no nos desviemos del tema… mientras escribo estas lineas,
entre pecho y espalda, nos estamos clavando una botellita de Urabain Rosado 2012, vino navarro elaborado por la pequeña empresa familiar Bodegas Urabain con uva Merlot de sus viñedos propios.
Precioso, brillante e intenso color rojo rubí con reflejos rosáceos,
un precioso color de esos que enamoran y apetecen llevarlo a la boca…
tonos distintos a los que busca el “típico” rosado de Garnacha navarro,
pero recordemos que esto es un Merlot.
Lo movemos, lo mareamos, esperamos a que se oxigene ligeramente y nos
enseñe todo el sol del año pasado recogido por las uvas que esperamos
encontrar al hundir la nariz en la copa.
La fruta es omnipresente, recuerdos a golosos frutos rojos se
reparten por todas las fosas nasales, un aroma suave, delicado pero sin
ser demasiado sutil, claro y sin complicaciones… lo cual, generalmente
es lo que busco en un rosado la mayoría de las veces, que no todas, que
me apetece un rosado (pero para gustos los colores).
Al beberlo se nos descubre un vino franco (que sabe igual que huele),
fresco, de una deliciosa acidez, un vino amable, de fácil y goloso
paso por el paladar que acaba en un agradable y sutil amargor (que se
irá haciendo más sutil conforme el vino coja botella ya que está recién
embotellado) que acaba de redondearlo y lo hace simplemente delicioso…
un puntito cremoso. Pura fruta. Perdura en boca. Refrescante.
En definitiva… un genial rosado, fresco y fácil de beber pero no por
ello menos sabroso, un vino peligroso, que anima al trago largo y a
disfrutar del vino después del trago con el agradable recuerdo que
deposita en el paladar. Un vino para tomar al sol, para tomar frío pero
no helado, ideal para parrilladas (una morcilla, la chistorra, la
butifarra, unos choricillos, unas chuletillas) y pescados a la plancha…
especialmente el salmón, adoro los filetes a la plancha con este tipo de
vinos, como aperitivo con un queso fresco… una cena rápida con una
tortilla de jamón y algo de queso…
Un vino para beber en compañía sin reparos en abrir una botella tras
otra si la conversación es amena y la compañía es grata… como siempre, disponible en nuestra Vinoteca. www.cellavinarium.com